De esa forma el diplomático comentó la preparación de dos informes del ejecutivo ante el Congreso norteamericano referido al cumplimiento de una ley sobre enfrentamiento al enemigo que incluía medidas punitivas contra esta nación.

Entre los castigos contemplados por Washington, están los de someter a restricciones económicas a personas físicas rusas, entre ellas empresarios e incluso, compañías de este país.

La Casa Blanca, afirmó, intenta influir en la situación interna de Rusia, en vísperas de los comicios presidenciales de marzo próximo, en los que el actual mandatario Vladimir Putin buscará su reelección por otro mandato de seis años.

Hasta el momento, Estados Unidos incluyó a 200 personas en su lista de prohibición para ingresar a ese país y congeló sus activos bancarios.

Riabkov consideró que tales acciones probablemente tendrán una respuesta simétrica, asimétrica o integrada. La aplicación y el nivel de las mismas lo determina el Presidente.

Desde diciembre de 2016, cuando en tiempos de la administración del demócrata Barack Obama este ordenó la salida de más de 30 diplomáticos rusos y sus familiares, los nexos entre Moscú y Washington han ido cuesta abajo.

En 2017, el Congreso aprobó al menos tres paquetes de sanciones, adicionales a las ya aplicadas contra Rusia por su posición de rechazo al golpe de Estado en Kiev, en febrero de 2014, y de apoyo a la soberanía de Crimea y la lucha en Donbass.

Para ello, la Casa Blanca empleó otros pretextos para las sanciones, como el supuesta uso de hackers para interferir en los asuntos internos norteamericanos, la violación de un acuerdo coheteril o el supuesto irrespeto a los derechos humanos.