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El Vaticano encubrió la pederastia del fundador de los Legionarios de Cristo durante más de 60 años
El Vaticano ocultó durante 63 años las pruebas sobre la pederastia del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, según ha reconocido el prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, el cardenal Joao Braz de Aviz, en una comparecencia pública recogida por la revista católica Vida Nueva.
En concreto, el prefecto denunció que la Santa Sede disponía de documentos sobre la conducta delictiva de Maciel desde 1943. “Quien lo tapó era una mafia, ellos no eran Iglesia”, recalcó sin embargo.
Braz de Aviz insistió además en que los sacerdotes deben estar “atentos a las víctimas y no a los agresores, esto es lo que nos pide el Papa”. “El dolor de quienes sufren estos abusos es enorme y no podemos dejarlo pasar. No podemos tapar”, añadió.
“Las denuncias de abuso crecerán”
Marcial Maciel (1920-2008) siempre contó con el apoyo del papa Juan Pablo II, que le consideraba “un guía eficaz” de la juventud. Al frente de los Legionarios de Cristo, la congregación más conservadora y una de las más poderosas en el seno de la Iglesia católica, logró transmitir una imagen pública impecable, mientras en el Vaticano se acumulaban las denuncias de sus numerosas víctimas, sumadas a las de varias mujeres que aseguraban tener hijos suyos.
“Llevamos 70 años encubriendo, y esto ha sido un tremendo error”, declaró el cardenal Joao Braz, que dijo tener “la impresión de que las denuncias de abusos crecerán, porque solo estamos en el inicio”.
El papa Benedicto XVI, pocos meses después de la muerte de su antecesor Juan Pablo II, invitó a Maciel en 2006 a retirarse a México para el resto de su vida, para que se dedicara “a la penitencia y la oración”. Una comisión de investigación ya había desvelado por entonces todas sus actividades delictivas, previamente toleradas por el Vaticano, mediante informes que acreditaban los episodios de pederastia, delitos relacionados con robos y hasta abuso de substancias narcóticas como la morfina. El fundador de los Legionarios de Cristo murió dos años después, sin pedir perdón.